lunes, 23 de mayo de 2011

Custodia Compartida.

La custodia compartida fue introducida en la legislación española con la Ley 15/2005, de 8 de julio, que reformaba el Código Civil Español y la Ley de Enjuiciamiento Civil en lo referente a la separación y al divorcio. Pero sólo puede aplicarse en dos casos:

  • Cuando ambos progenitores lo solicitan en la propuesta de convenio regulador o lo acuerdan en el transcurso del procedimiento de separación o divorcio y el juez no ve perjuicio alguno en el interés del hijo (92.5 Código Civil Español).
  • Cuando, a pesar de que no hay acuerdo entre progenitores, uno de ellos la solicita, el Ministerio Fiscal emite informe a favor, y el juez la aprueba. (92.8 Código Civil Español).

Otra cosa son las directrices que tengan de parte de cada una de las Fiscalías con respecto a visar acuerdos de custodia compartida, que en algunos casos puede llegar a ser tan restrictivos que optan por no aceptar o limitar cualquier acuerdo regulador con respecto a este aspecto.


lunes, 2 de mayo de 2011

"No amarás a tu madre". Capítulo 1.

1
Eso

" Durante años no quise oír hablar de Eso. Que cómo son tus
nuevos compañeros o qué profesores tienes, con quién duermes
en la habitación, a qué juegas por las tardes, ¿has hecho buenos
amigos? Una niebla blanca velaba mi vista, mi memoria. Un pitido
agudo se activaba en mis oídos, como si fuese a marearme: No
me acuerdo. O cuando la abu volvía con aquello de Moisés, qué
delgado estás, hijo, ¿no os dan de comer?, ¿no te gusta la comida
que te ponen?, ¿qué comiste hoy, a ver? Nada. No me acuerdo.
Era el único modo de acallar el pitido, insoportable, no fuera a
caerme desmayado allí mismo; y de volver a apreciar los colores
bajo la nube lechosa en mis pupilas, vaya asco. Todas estas preguntas,
tantas otras parecidas, sólo tenían respuesta dentro del
Hogar. Operaban como la memoria, que sólo tenía cabida en el silencio
del cuarto de baño, o en los pasillos y las aulas muertas de
la Institución, mientras esperaba a que me recogieran; o cuando
intentaba dormir y no lo conseguía: entonces ocurría lo peor. Escuchaba
la voz de mi hermanita corriendo detrás de mí, intentando
darme alcance, Sé, Sé, Sé, mira, papá, es Sé. Y la educadora
arrastrándome, tirando de mi brazo y sujetando mi cabeza que
pujaba por mirar atrás y esperar a la niña. Sé, Sé, Sé, su vocecita
era un eco incesante, cuántas noches.
Nos habían visto al retirarnos del mostrador de identificación,
con la autorización colgada ya de la chaqueta, centro penitenciario
de Alcalá-Meco, módulo de mujeres. Nadie pasaba la ba-
rrera sin identificación, y papá Emilio y la hermanita tuvieron
que detenerse a cumplir el trámite. Sé, mira, Sé, papá, mira. No
me dejó abrazarla, ni siquiera esperarla, tiró de mi brazo, la cabeza
acogotada entre sus manos, firmes, hasta tenerme sentado en
la sala de visitas, vis a vis: uno de cada cinco sábados me dejaban
ver a mamá, hora y 15 minutos; y allí, a la entrada o la salida, coincidía
con papá Emilio y Sarita, con la abu y alguno de los tíos, que
esperaban turno de locutorio e iban antes para encontrarme. Hora
y 15 minutos de vuelta al tiempo anterior, anterior a Eso, a todo.
¿Cómo pretendían que respondiera a sus preguntas?
Pero ahora que es tiempo pasado, puedo contar: la pesadilla
ya forma parte de mí, es parte de mí mismo.Tengo 15 años y nadie
va a castigarme por amar, nadie puede obligarme a quién
querer y a quién odiar. Me llamo Moisés García Bravo, aunque
mi DNI diga otra cosa, y soy hijo de Lola García Bravo, la abogada
detenida y acusada de haber ordenado el asesinato de su ex
marido, o sea mi padre biológico, que nunca cuidó de mí, que
nunca llegaré a saber si algún día me quiso o tal vez fuera demasiado
el odio que sentía hacia mi madre: nos rompió la vida.
A mi padre lo encontraron muerto en el baño del apartamento
donde hacía años vivía con su novia. No había signos de
violencia ni de nada: muerto, ni una gota de sangre, o sí, un chorrito
que le salía por los oídos, el resto todo limpio. Al parecer
cayó al suelo estando sentado en la taza del váter. Su muerte no
acabó con el asedio de denuncias. Nunca entonces entendí por
qué, tampoco ahora lo entiendo: los juzgados seguían reclamándome,
como cuando él vivía, ¡pero si yo ya tenía una madre!, y
un padre que no era mío pero sí de mi hermanita, que quería a
mamá y la cuidaba y hasta a veces reíamos todos juntos, como
una familia o lo que fuera, una reunión de seres queridos, normal.
Una mano negra, o tal vez fuera él desde el más allá, se obstinaba
en reclamar mi custodia, y se empeñaba en demostrar que
mamá no podía cuidar de mí, ah, pero sí de mi hermanita, de
Sara nada se decía. A mí en cambio me llamaban cada poco para
estudiarme, para hacerme toda clase de tonterías, que si junta estos
personajes en familias, y ahora qué ves aquí, o escribe cuatro
adjetivos de tu madre, cuatro de tu padre, cuatro de... Chorradas."



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