miércoles, 13 de mayo de 2009

lunes, 11 de mayo de 2009

Efectos del estrés sobre la atención

Foto publicada por palomitasymaiz

"No parecen existir dudas respecto a que las situaciones de estrés elevado, de alarma o de peligro influyen sobre la atención; aunque ello no signifique que dicha influencia tenga que ser siempre necesariamente negativa. Lo que parece incuestionable es que cualquier situación de estrés, cambia o altera de curso de la atención. La razón fundamental de dicho cambio es que cualquier señal de amenaza o de peligro atrae poderosamente la atención. La atracción de la atención significa que el foco atencional será dirigido a la señal amenazante, con el consiguiente abandono del asunto o tarea que se tenía entre manos.

Tomemos el ejemplo de un conductor que circula por una carretera libre de más mínimo indicio de peligro: dicho conductor conduce tranquilo, su mente puede estar en su lugar de trabajo, en su casa, en el paisaje o en cualquier otro sitio, por lo que su atención a la conducción y a la carretera será mínima: no necesita más. Si, de repente, aparecen ante sus ojos señales que le hacen sospechar que a unas decenas de metros se ha producido un accidente, el curso de su atención y de toda su actividad cambiará drásticamente: la situación de alarma provocará cambios corporales, su organismo emitirá inmediatamente respuestas a la tensión o al estrés provocado, podrá incluso sentir miedo o ansiedad, sus recursos atencionales aumentarán considerablemente y serán dirigidos en su totalidad hacia el punto de la amenaza; en pocas palabras, abandonará sus pensamientos anteriores y toda su atención y su conciencia serán arrastradas por señales de peligro a las que se acerca.

En situaciones amenazantes como la descrita, la capacidad atencional alcanza sus límites máximos al tiempo que restringe su campo: hay que prepararse para hacer frente a la situación de peligro y a nada más. La cuestión clave que se han planteado los investigadores interesados en los efectos del estrés sobre la atención podría formularse así: ¿Cómo se distribuyen los recursos atencionales o cómo se asigna la capacidad atencional de un organismo en condiciones estresantes?

Han sido numerosos los estudios que, desde la década de 1950, han examinado la relación entre estrés y atención o, más concretamente, entre estresores ambientales y rendimiento en tareas de atención o, más concretamente, entre estresores ambientales y rendimiento en tareas de atención. Sin duda alguna, entre todos ellos destaca el extenso e influyente trabajo del gran teórico de la atención, el psicólogo británico Donald Broadbent (1926-1993), acerca de los efectos del estrés sobre el rendimiento cognitivo. Un resumen de los principales hallazgos de aquella primera época permite poner de amnifiesto las siguientes cuestiones de interés:

1. La diversidad de variables o factores estresantes que fueron analizados (e.g., ruido, calor, falta de sueño, hora del día, fatiga y drogas), tanto en estudios de laboratorio como en estudios de campo.

2. La preocupación y el interés por investigar el impacto del estrés laboral sobre los seres humanos. Por ejemplo, Broadbent y su equipo realizaron diferetnes estudios de campo en los que evaluaron cuestiones tan novedosas en aquella época como la relación entre la naturaleza del trabajo de una persona y su salud mental, o la vulnerabilidad individual al estrés.

3. La comprobación reitrada de que los diferentes estresores generales mencionados producen diferentes tipos de error en cualquier tarea que requiera una asignación prolongada de atención (situación de atención sostenida).

4. Además, estos hallazgos, influyeron de un modo decisivo en la evolución del pensamiento de Broadbent sobre el concepto de atención. Así, a finales de los ochenta, argumentó que la atención no es un sistema mecánico y automático, sino un sistema adaptativo y flexible que está bajo la influencia del contexto.

Esta última idea resulta de especial relevancia para nuestros intereses, dado que si la atención es, en efecto, sensible a los efectos del contexto, eso significa que la atención es vulnerable al estrés de todo tipo (biológico, psicológico o ambiental). La abundante investigación empírica ha demostrado que, en efecto, todos los estresores tienen un efecto adicional sobre el rendimiento humano que se refleja en un decremento significativo de la eficacia del sistema atencional. Esta idea ha sido investigada y ampliada por G. Robert Hockey (cf. Hockey, 1993), quien ha comprobado que, en situaciones de estrés laboral, se pone en marcha -como ya había observado Danel Kahneman (1973)- un proceso atencional de control compensatorio cuyo objetivo es proteger la efectividad del trabajo de las perturbaciones del ambiente. Concretamente, en las situaciones de estrés laboral (e.g., en condiciones de ruido o de calor excesivo, bajo una gran presión psicológica o en situaciones de "acoso laboral") las personas tienden a proteger su trabajo asignando la máxima prioridad a la consecución de sus objetivos laborales; pero, si tales situaciones estresantes se prolongan excesivamente en el tiempo, el mantenimiento de las prioridades laborales acabará afectando seriamente a la salud física y emocional de las personas, porque resulta obvio que la protección del objetivo laboral se hace en estos casos a expensas de un esfuerzo cognitivo adicional -que llega a ser extraordinario en situaciones temporalmente prolongadas- que acabará teniendo unos costes muy elevados sobre los sistemas emocionales y psicofisiológicos. En resumen, la protección del rendimiento en situaciones de estrés se lleva siempre a cabo a expensas de unos costes cada vez más elevados para otros factores del sistema humano de acción, como son el propio sistema atencional de control, los estados afectivos, la estabilidad emocional, el sistema cognitivo en general, y los sistemas endocrino y nervioso autónomo; costes que acabarán afectando a la salud mental y física de las personas.

Volviendo a la cuestión general que nos ocupa, ¿cómo afecta el estrés a la atención?, se dispone de una serie de hallazgos básicos suficientemente confirmados que podríamos resumir en una serie de déficits atencionales, entre los cuales se puede establecer, además, una relación causal en cadena. En concreto, el estudio de los efectos del estrés intenso y prolongado sobre la atención ha puesto de manifiesto los siguientes fenómenos:

1) un estrechamiento de la atención, que se concreta en una focalización de la atención en los aspectos centrales de un evento frente a un procesamiento mínimo o nulo de los detalles periféricos; lo que significa, a su vez,

2) una lateración del control de la atención selectiva, con la consiguiente pérdida de capacidad de discriminación entre informaicón relevante e irrelevante; lo que supone, además,

3) una reducción de la habilidad para concentrarse en todos los aspectos relevantes de la situación; todo lo cual significa que se produce;

4) un incremento de la rigidez y de la labilidad atencional, y

5) un aumento de la distraibilidad.

En definitiva, estas alteraciones de la atención como consecuencia del estrés intenso y prolongado pueden explicarse, algunas de ellas, desde la ley de Yerkes-Dobson, otras, desde la hipótesis de la reducción de señales de Esasterbrook, y, la mayor parte de ellas, desde la perspectiva del modelo de la capacidad de Kahneman, en términos del que podría considerarse como el efecto central y básico del estrés sobre la atención, a saber, una alteración de la política de asignación de los recursos atencionales. En efecto, en el influyente trabajo de Kahneman (1973), se aporta evidencia experimental y argumentos convincentes de que el estrés alto y prolongado acaba generando una política de disrtribución cada vez más desigual e imprecisa que permite explicar la evidencia empírica y clínica."

GONZÁLEZ DE RIVERA, J.L. (2005) LAS CLAVES DEL MOBBING. Madrid: EOS Psicología (Págs. 45 a 48).

jueves, 7 de mayo de 2009

miércoles, 6 de mayo de 2009